miércoles, 26 de marzo de 2008

El final de la trilogía: Tino Barriuso y su esquina súbita


Cuando leo hoy el resultado final al que ha llegado Tino, recuerdo la noche, de hace ya cuatro años, o así, cuando cenábamos Tino, Fermín y yo, en el restaurante arandino Arandos. Sentados ante una fuente de marisco y unas botellas de Albariño, Tino nos confesó, sigilosamente pero alborozado, que se le acababa de ocurrir el último verso, el que cerraría su libro próximo. Creo que incluso, aquel día, se le hizo visible el título, ya que, tras la súbita esquina, llegó la calma de aquella plácida cena penúltima.
Un poemario el de Tino, que cierra, además, la trilogía poemática que abrió hace ya tiempo el libro que transmutaba al poeta en su hogar en una Paloma sin alas; siguió a éste, Que asedia el mar, donde el poeta, un poeta con ganas, paseaba la ciudad, Burgos de gozo, pero nos proponía la percepción de quien busca lo que no tiene, lo que ansía y lo persigue. De un estar sedente a un estar en danza.
Y cierra esta trilogía del estar, el estar del cansancio, vencido por el sueño de la creación. Ante la tragedia humana y su impotencia, el sueño de la creación, que se esencializa, como explica en la contraportada Susana Cueva, en España, pero vista "por un desterrado".

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